El polémico filme La lapidación de Soraya M comienza con el anuncio a través de la radio de un automóvil a todo volumen de los éxitos en Irán de la Revolución Islámica de 1979, pero en pocos segundos, el filme transporta a los espectadores al lecho de un río, donde una mujer llamada Zarah se inclina sobre el cadáver de su sobrina, a quien los mulás del pueblo condenaron por adulterio a morir lapidada, el castigo que se considera adecuado en la nueva República Islámica de Irán y que concretaron el día anterior.
Dirigida por Cyrus Nowrasteh (guionista del nuevo proyecto de Oliver Stone, Jawbreaker, sobre las memorias en Afganistán de un ex agente de la CIA), quien realizó el docudrama The Path to 9/11, cinta controversial sobre los atentados del 11 de septiembre en Nueva York, La lapidación de Soraya M se estrenó en la pasada edición del festival de Toronto y el pasado julio en alrededor 27 salas en Estados Unidos, donde causó polémica.
Producida por Steve McEveety, hombre detrás de La pasión de Cristo, que dirigió Mel Gibson), La lapidación de Soraya M tiene como protagonistas a la iraní Shohreh Aghdashloo y al estadunidense James Caviezel, quien actuó en la primera cinta mencionada.
La historia de Zarah y Soraya es verdadera, y fue documentada por primera vez en el libro homónimo de 1994, del ya fallecido periodista franco-iraní Freidoune Sahebjam (1933-2008).
Tras haber escrito sobre el régimen desde un ángulo crítico, Sahebjam recorrió en secreto su Irán natal en 1986 y se topó con la aldea de Kapuyeh. Allí conoció a Zarah y escuchó su relato. En el filme, Soraya es acusada falsamente de adulterio por su marido mujeriego. El castigo por ese delito es la lapidación pública hasta la muerte, tal como establece su Código Penal.
Mientras sigue las huellas del viaje de Soraya Manoucherhi desde que recoge flores con sus dos hermanas pequeñas y confecciona una nueva falda para su tía, hasta sangrar profusamente y, al final, morir por lapidación, el filme envía un poderoso mensaje.
La película señala que ésa es una manera horrible de morir, o de que cualquier tipo de sociedad moderna castigue a cualquier persona, dijo Nowrasteh.
Según el director, gracias a la dura crítica que el largometraje hace a la lapidación y a la sharia (ley islámica) que la autoriza, es que ha obtenido cierto apoyo entre la comunidad musulmana.
Oigo a musulmanes que dicen que es una película promusulmana, que muestra cómo se tergiversa la religión, porque en el Corán no hay nada que aliente la lapidación, declaró Nowrasteh a una revista estadunidense.
La práctica de matar a las personas adúlteras arrojándoles piedras fue originalmente judía, y recién ingresó en la ley islámica cuando el segundo califa Omar (581-644) declaró que, aunque podía hallarse el versículo en el Corán, Dios le había enviado un pasaje al profeta Mahoma proclamando que los adúlteros debían ser lapidados.
Castigo autorizado por el Corán
Desde el califa Omar, el castigo autorizado por el Corán (24:2) –un azote público a los adúlteros con 100 latigazos– no ha sido ampliamente cumplido por los musulmanes.
En el tiempo transcurrido desde entonces, los líderes islámicos han creado leyes que detallan exactamente cómo lapidar a alguien. Los hombres deben ser previamente enterrados hasta la cintura, y las mujeres hasta el cuello. Luego, una multitud apedrea al condenado hasta que muere.
Si el condenado se las arregla para salir de la tierra, según la ley islámica queda libre de castigo.
Actualmente, la lapidación de adúlteros tiene lugar en Irán y en otros países musulmanes, como Afganistán, Pakistán y Somalia. Estos tres aplican la sharia en algunas de sus respectivas provincias, si no en todas.
Con una escena de muerte de 20 minutos que exhibe cada piedra que impacta en Soraya y el sangrado y las heridas que causa el castigo, la película demuestra gráficamente que la lapidación es una forma de castigo bárbaro y horrible, dijo Nowrasteh.
No obstante, tomado desde el punto de vista de una joven madre, el filme enfatiza la terrible situación que enfrentan las musulmanas acusadas de adulterio y sentenciadas a lapidación en el contexto de la sharia.